30 ago 2012

¿Qué es eso? La costra láctea

La costra láctea es esa especie de capa grasienta, descamativa y amarillenta que recubre el cuero cabelludo de algunos bebés, generalmente durante los tres primeros meses, aunque en algunas ocasiones se prolongue durante más tiempo.



La costra láctea se asemeja por su aspecto a la dermatitis seborreica que sufren algunos adultos. De hecho, la causa parece deberse también a una hiperestimulación de las glándulas sebáceas, ya que en los primeros meses de vida el bebé aún tiene parte de las hormonas sexuales que su madre le pasó durante el embarazo a través de la placenta, aspecto que puede activar las glándulas sebáceas. Esta influencia hormonal es la misma que hace que algunos recién nacidos presenten acné neonatal o incluso lleguen a expulsar algo de leche por los pezones. El exceso de grasa hace que las células del cuero cabelludo que van muriendo queden pegadas y formen una costra. Y aunque no es muy frecuente, esta condición puede extenderse a otras zonas del cuerpo con abundantes glándulas sebáceas, como las cejas, las ingles o detrás de las orejas.

Otros factores como la falta de higiene o de cuidados han sido plenamente descartados, puesto que la costra láctea es un evento normal, que sucede con mucha frecuencia, y de ningún modo es contagioso.


¿Debemos preocuparnos ante un bebé con costra láctea?

Definitivamente, no. No se trata de una enfermedad, se resuelve en unos meses por sí misma y el niño no tiene molestias, pues ni pica ni duele, a pesar de que en la base de las costras veamos un fondo enrojecido. En unos meses, las hormonas sexuales irán agotándose y las glándulas quedarán aletargadas hasta la adolescencia. 

El único problema asociado a este fenómeno es que es más probable que, cuando el niño sea adulto, padezca dermatitis seborreica o acné, puesto que sus glándulas responden de una manera más activa ante los estímulos hormonales.

¿Tratar o no tratar?

En principio, lo mejor es no hacer nada y esperar a que caiga por sí sola. Pero si preocupa mucho a los padres, se puede aplicar aceite de oliva o vaselina con cuidado y aclarar con agua para acelerar su caída. No hace falta recurrir a productos especializados, excepto que se extienda a otras zonas del cuerpo y se alargue excesivamente en el tiempo.

Y, ¡muy importante!, nunca rascar las escamas porque podrían infectarse.

24 ago 2012

¡Qué susto! Casi me da un infarto...

La cultura popular relaciona de manera muy directa las emociones fuertes con la posibilidad de sufrir un infarto. ¿Es esta relación verdadera o se trata de otro de esos bulos que la gente interioriza sin cuestionarse?

A simple vista podemos pensar que el hecho de que el cuerpo segregue cantidades importantes de adrenalina y otras catecolaminas ante un evento estresante puede ser motivo suficiente para dañar un corazón, especialmente uno enfermo. El ejemplo más claro lo encontramos con la angina de pecho, en el que una o más de las arterias que irrigan el corazón se encuentran parcialmente ocluidas por placas de colesterol. En reposo, el corazón recibe suficiente sangre para ir tirando (de hecho, para que el afectado tuviera síntomas en reposo, la placa tendría que ocupar más del 90% de la luz de la arteria). Ante un estrés, el corazón aumenta su frecuencia y contractilidad, hecho que requiere un extra de energía que a causa de la oclusión no se puede conseguir, de modo que la respuesta ante la falta de oxígeno es el angor (dolor de la angina), muy parecido al del infarto, pero que cede con el reposo en unos minutos.

Un caso más curioso es el síndrome de Takotsubo. Esta cardiopatía, principalmente descrita en mujeres, consiste en un debilitamiento parcial del miocardio ante un suceso estresante, como un robo, una mala noticia... (motivo por el que se le ha llamado también "Síndrome del corazón roto"). Ante esta situación, la afectada siente unos síntomas parecidos al infarto, pero cuando llega al hospital y se le realiza un cateterismo para tratar el supuesto infarto, las coronarias están bien y el único indicio que permite ver que ha pasado es el de la imagen. El corazón B muestra una contracción normal de los ventrículos, mientras que el de la señora con Takotsubo (A) no contrae la parte inferior. 

Fuente:  http://commons.wikimedia.org/wiki/File:TakoTsubo_scheme.png?uselang=es


Este síndrome se describió en Japón y algún médico con mucho imaginación pensó que la imagen se parecía a las trampas para pulpos (tako tsubo) y de ahí el nombre. Afortunadamente, esta situación suele recuperarse en unos días o semanas sin requerir tratamiento más que para la situación aguda, salvo en un 2% de los casos en que la cardiopatía se complica. ¿Por qué sucede esto? No lo sabemos a ciencia cierta, aunque todo parece indicar que se trata de nuevo de cómo afectan los altos niveles de catecolaminas a algunas personas.

Otro motivo para que un corazón se desestabilice ante estas situaciones son las arritmias (alteraciones del ritmo cardíaco), también por la cascada de catecolaminas, que pueden modificar el ritmo. Mucha gente tiene arritmias ante un susto, pero la mayoría son benignas y sin repercusión, como la taquicardia o las extrasístoles (latidos que se adelantan, como ya hablamos en su día sobre los vuelcos del corazón). No sucede lo mismo con la gente que tiene arritmias de base o vías de conducción eléctrica anómalas, y que al aumentar la frecuencia pueden alterar el ritmo, a veces de manera reversible y otras letalmente.

Por lo que respecta al infarto, debemos entender que este se produce porque en un momento dado una placa de colesterol dentro de una coronaria se rompe, desprende fragmentos que activan la coagulación y se crea un trombo que ocluye la arteria, impidiendo que se nutra una parte de la masa cardíaca y provocando la muerte más o menos extensa de células cardíacas. La rotura de una placa no se relaciona con el hecho de recibir un susto o una mala noticia. No diré que no pueda coincidir en el tiempo que una persona tenga una experiencia desagradable y a la vez una placa de ateroma se rompa, pero en principio no hay correlación.

Frikidato
  • Llamamos homicidio preterintencional a aquel en el que la muerte sucede como consecuencia de un ataque a la integridad de la persona, por ejemplo, que un sujeto intente robar a alguien y la víctima sufra alguno de los problemas que hemos descrito y fallezca, sin que el ladrón le haya causado lesiones físicas. Este delito no se castiga en España, aunque sí en muchos países de América. 

8 ago 2012

Medicinas que vuelven: las sanguijuelas

Las sanguijuelas iniciaron su papel en la medicina de la mano de los egipcios hace unos 2500 años y se vieron encumbradas como uno de los tratamientos básicos para cualquier enfermedad cuando Hipócrates popularizó la teoría de los cuatro humores del cuerpo, según la cual el desequilibrio de la sangre, la flema, la bilis negra y la bilis amarilla era indispensable para mantener el cuerpo sano, ya que estos animales eran la manera más cómoda de realizar una sangría. Sus aplicaciones crecían de manera imparable: jaquecas, gota, fiebre, obesidad, depresión, mal de ojo, ... Y esta práctica se mantuvo hasta bien entrado el siglo XIX, cuando su éxito hizo que se usaran unos tres o cuatro millones de sanguijuelas solamente en los hospitales de Francia; su explotación masiva hizo que las poblaciones de sanguijuelas se redujeran drásticamente y ello unido a los grandes avances médicos del siglo XX hicieron que esta práctica cayera en el olvido. 

Pero, como ya sabemos las modas son cíclicas, y en medicina no íbamos a ser menos. Y es que en 2004 la FDA (Food and Drug Administration) aprobó el uso de sanguijuelas para fines terapéuticos, concretamente las de la firma francesa Ricarimpex. 

Y con la de avances que tenemos, ¿qué aportan estos animalitos ahora a la medicina?

Básicamente, su uso se centra hoy en día en la cirugía plástica y reconstructiva, sobre todo en la reconstrucción de apéndices amputados (dedos, piernas, e incluso pezones) o la colocación de injertos.

Durante la cirugía reconstructiva es relativamente sencillo para un cirujano suturar las arterias, puesto que tienen una pared lo suficientemente gruesa y fuerte como para aguantar bien los puntos, pero no sucede lo mismo con las finas paredes de las venas, que apenas tienen tejido muscular, y puede ser difícil conseguir que no queden colapsadas. Si la circulación venosa está comprometida, la sangre no retorna con facilidad desde el miembro operado, se pueden formar coágulos y hay un riesgo importante de que esa reconstrucción no tenga éxito. 

Para entender correctamente cómo funciona, vamos a analizar detalladamente el mordisco de estos simpáticos animalitos. La Hirudo medicinalis o sanguijuela medicinal europea ha sido la especie más utilizada a lo largo de la historia, y esta fama se la debe principalmente a su boca y a las sustancias farmacológicas que alberga su saliva. Con tres mandíbulas y cien afilados dientes en cada una de ellas; la sanguijuela primero aplica la ventosa que rodea su boca a la piel de la víctima para morderla después. El mordisco apenas se nota porque su saliva contiene un potente anestésico (una buena estrategia para evitar que la presa se dé cuenta y se la desprenda), mientras que la ventosa dilata los vasos sanguíneos de la zona con el fin de poder extraer más sangre. Además, la saliva también contiene hirudina, un polipéptido que inhibe la acción de la trombina (una de las proteínas encargadas de la coagulación sanguínea), de modo que la sanguijuela puede asegurar que mientras esté succionando sangre no se va a formar un coágulo que impida que se nutra adecuadamente. Y toda esta operación se realiza en unos 30 minutos, extrayendo unos 10 mL de sangre por mordisco, aunque la herida puede seguir sangrando durante unas 10 horas a causa de la hirudina. 

Volviendo a la cirugía plástica, las sanguijuelas pueden ser de gran ayuda cuando el drenaje venoso falla, ya que con su mordisco reducen la congestión del injerto y la presión de la ventosa puede ayudar a vasodilatar esas venas colapsadas, dando tiempo (unos 4 o 5 días) para que el drenaje venoso del paciente mejore y pueda actuar por su cuenta, además de dar una buena anticoagulación a la zona e impedir la formación local de coágulos. Ambas cosas permiten conservar la irrigación de la zona durante esos primeros días no fracase. De todos modos, si en este tiempo la circulación venosa no se restablece, la viabilidad del injerto será poco probable.

¿Y los efectos secundarios?

Principalmente tenemos el riesgo de que los mordiscos se infecten (como cualquier otra herida), anemia (parámetro que los médicos deben ir controlando) y transmisión de infecciones por vía hematológica, por lo que las sanguijuelas deben ser utilizadas como producto de un solo uso.

Frikidato:

  • La bivalirudina, la lepirudina y el resto de anticoagulantes inhibidores de la trombina que utilizamos en la práctica médica habitual están inspirados en la hirudina de las sanguijuelas.