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27 jul 2012

¿Es verdad que existe un "suero de la verdad"?

El narcoanálisis o administración de fármacos narcóticos durante un interrogatorio es una técnica que fue empleada en criminalística a lo largo del siglo pasado, si bien generó un amplio excepticismo desde sus inicios y hoy en día está vetada en la mayoría de países democráticos. ¿Pero de verdad se puede esperar que alguien a quien se le pone una inyección cante todos sus crímenes como si fuera un jilguero?

Uno, dos, tres de Billy Wilder (1961)

El suero de la verdad no es como la fórmula secreta de la Coca-Cola, se trata en realidad de toda aquella droga utilizada en los interrogatorios, sobre todo barbitúricos (como el tiopental sódico) y la escopolamina. El primero en descubrir este "uso", en 1910, fue el Dr. Robert House, un ginecólogo que observó como algunos de los anestésicos que usaba durante los partos desataban la lengua de sus pacientes. En su favor diremos que el buen doctor solo quería que se utilizase para probar la inocencia de acusados, de manera que si estos admitían que eran inocentes bajo los efectos de la droga, esto se podría usar como argumento en el juicio. 

Pero el descubrimiento cayó en saco roto hasta la Segunda Guerra Mundial, cuando los médicos pensaron que serían una buena manera de mejorar la amnesia o la afasia (trastornos del habla) de los soldados lesionados durante la batalla. Como tratamiento no hay noticias de que funcionara especialmente, pero debía dar una sensación de bienestar bastante reconfortante. Cuando acabó la Guerra, algunos de estos médicos militares, ya familiarizados con estas drogas, se especializaron en psiquiatría donde se extendió su uso, tanto para hacer hablar a pacientes con mutismo como para las sesiones de psicoanálisis. Pero otros decidieron trabajar como consultores para la policía y el empleo de estos fármacos dejó de ser en beneficio del paciente cuando estas técnicas llegaron a manos de la CIA, el FBI o el KGB.

Entonces, ¿funciona o no?

Es cierto que una persona puede bajar la guardia bajo los efectos de esas sustancias y contar algo que no debiera, pero estos fármacos no anulan la capacidad de mentir, de hecho lo que hacen es aumentar la desinhibición, de modo que el discurso se convierte en una mezcla de hechos reales e imaginarios, con la magnificación de algunos recuerdos y la omisión de otros, porque desinhibirse no es exactamente lo mismo que perder el control del discurso. La única forma en que podría ser útil este suero sería que la persona quisiera desahogarse y explicarle a alguien algo que le corroe la conciencia (parecido a las confidencias que se hacen durante una borrachera), aunque lo mismo podría confesar un crimen, que explicarnos que de pequeño le gustaba ponerse los zapatos de tacón de su madre...


Otro efecto de estos fármacos es que inducen un estado de alta sugestionabilidad, así que es fácil conseguir que el acusado diga justamente lo que el interlocutor quiere escuchar. Por este motivo, en muchos países se declaró inconstitucional este tipo de interrogatorio y toda declaración obtenida con estos métodos es desestimada en los juicios. Aún así, de vez en cuando se escuchan discursos que defienden el uso de estos métodos de coacción, especialmente en casos de terrorismo.


Fuentes:


Muehlberger, C.W. “Interrogation Under Drug Influence” The Journal of Criminal Law, Criminology, and Police Science 42 (1951): 513-528.


Kala, A.K. “Of ethically compromising positions and blatant lies about ‘truth serum.’” Indian Journal of Psychiatry 49 (2007):6-9.

6 dic 2011

¿Podrán ponerme la epidural si llevo un tatuaje lumbar?


Esta es una pregunta recurrente en las consultas de obstetricia y en la mismísima sala de partos, ya que hace unos años el tatuaje en la zona lumbar se puso de moda entre las adolescentes añosas, que ahora empiezan a tener hijos. Para poder contestarla, primero es necesario saber alguna cosilla sobre cómo se hacen los tatuajes y las punciones lumbares (para hacer anestesia epidural o sacar líquido cefalorraquídeo).

La tinta del tatuaje no se inyecta en la epidermis (la capa superior de la piel que vamos cambiando a lo largo de toda la vida y que se renueva una vez al mes). Por el contrario, se inyecta en la dermis, que es la segunda capa de piel más profunda. Las células de la dermis que son más estables fagocitan las moléculas de pigmento, por lo tanto, el tatuaje es prácticamente permanente, aunque con el tiempo perderá color (debido a la muerte de las mismas) y el dibujo se irá deformando según la pérdida de elasticidad de la piel. 

Así es como se distribuyen la tinta del tatuaje con el tiempo.

Para hacer una punción lumbar, hacemos servir unas agujas especiales, que tienen un mandril en su interior. El mandril es una barilla metálica que rellena el interior de la aguja; esto es necesario, puesto que si pincháramos con la aguja hueca, al atravesar la zona lumbar con toda esa cantidad de piel, músculo y ligamentos, la aguja quedaría obstruida de tejido y no podríamos ni introducir fármacos ni sacar líquido cefalorraquídeo. El problema es que, con el mandril, el tejido desplazado se introduce en el espacio subaracnoideo (donde se localiza el líquido cefalorraquídeo y donde nos interesa que llegue la aguja). Esta situación no es preocupante en el caso de piel sana, pero los anestesistas piensan que, en el caso de que el tejido contenga pigmentos, se puede generar una reacción a cuerpo extraño que, en el espacio subaracnoideo, se traduciría en un quiste epidérmico (ya que los macrófagos y otras células inmunitarias forman una especie de pelota celular intentando aislar el cuerpo extraño) o una aracnoiditis química (por irritación de la aracnoides, que es la segunda meninge que rodea el sistema nervioso central y debajo de la cual se encuentra el líquido).

Esta es la famosa punción lumbar (por cortesía de A.D.A.M.)

Otros grupos de anestesistas han sido bastante escépticos respecto a esta contraindicación basándose en datos histológicos. En primer lugar, el riesgo de quistes epidérmicos no tendría por qué aumentar en estas pacientes, ya que, como hemos visto en la figura anterior, al cabo de unos meses la epidermis está libre de pigmentos. Por otro lado, también hemos comentado que el pigmento que es retenido en la dermis queda allí porque las células dérmicas lo han fagocitado (de modo que el pigmento es intracelular), así que si el sistema inmunológico reacciona a algo, debe ser a la introducción de células que están donde no deberían, no a un pigmento que no pueden detectar al localizarse intracelularmente.

Realmente, este riesgo es algo más bien teórico y no sabemos a ciencia cierta que pasa en la práctica diaria. Para curarnos en salud, las guías clínicas proponen pinchar una zona libre de tatuaje (si la hay), seleccionar espacios intervertebrales más bajos (como entre la última vértebra lumbar y el sacro), eliminar el tatuaje en la zona a puncionar a golpe de bisturí (esto es un más cruento y a la paciente no le va a hacer ninguna gracia) o simplemente evitar la punción lumbar.