Al pasar, Hans Castorp lanzó una mirada y notó que se hallaban vacíos.
- ¿Dónde están los huéspedes? - preguntó a su primo.
-Hacen la cura de reposo - respondió este -. Yo tengo permiso para salir hoy, pues quería ir a recibirte. Normalmente también estoy tendido en la galería, después de la comida.
Faltó poco para que la risa se apoderara de nuevo de Hans Castorp.
- ¡Cómo! ¿En noche oscura y con niebla os hayáis tendidos en el balcón? - preguntó con voz vacilante.
- Sí, es lo ordenado. Desde las ocho hasta las diez. Pero ven ahora a ver tu cuarto y a lavarte.
Este fragmento pertenece a La montaña mágica de Thommas Mann, obra cumbre de la literatura universal y una de las pocas que da una visión realista de la tuberculosis, muy alejada del estereotipo romántico que había asociado hasta entonces a dicha enfermedad. Mann se basó en las visitas que hizo a su mujer, enferma de tuberculosis, en un sanatorio suizo donde pasó parte de su enfermedad. Y es que no tuvimos el primer tratamiento médico para la "peste blanca" (por la palidez de quien la contraía) hasta 1944, cuando se contempló la estreptomicina como un antibiótico eficaz, mientras que tenemos evidencias de la tuberculosis que se remontan a la época prehistórica.
La helioterapia, o tratamiento de enfermedad por exposición solar, fue el único tratamiento que supuso un alivio para estos enfermos en la era pre-antibiótica. Hipócrates (460 a.C.) fue el primero en describir los beneficios del sol en la tuberculosis, recomendando a sus pacientes que reposaran una temporada en el campo, y este consejo se mantuvo vigente en la medicina hasta mediados del siglo XX con los famosos sanatorios, instalaciones en el campo o en la montaña, donde los pacientes iban a reposar, tomar el sol y respirar aire fresco.
Sanatorio de Sabillasville (Fuente: www.freepages.genealogy.rootsweb.ancestry.com) |
¿Realmente tenía alguna base científica esta recomendación?
Ahora sabemos que no iban mal encaminados en el tratamiento. La vitamina D, producida en parte por reacción con los rayos UVA en la piel, tiene efectos en el sistema inmunológico, ya que estimula la producción de un péptido microbicida (catelicidina), que actúa sobre una amplia gama de bacterias, sobre todo las que provocan infecciones respiratorias. De hecho, las propias células infectadas por Mycobacterium tuberculosis son capaces de activar las enzimas necesarias para producir vitamina D, lo que explica por qué a veces encontramos calcificaciones en las áreas pulmonares que han sido infectadas por la bacteria.
A pesar de su utilidad, esta terapia dejó de ser utilizada tras el descubrimiento de los primeros fármacos contra la tuberculosis. Actualmente, con el conocimiento de estos hechos, se plantea la posibilidad de volver a usar la vitamina D conjuntamente con los antibióticos, para ver si podríamos conseguir mejores resultados en cuanto a curaciones, reactivaciones de la infecciones o transmisión entre contactos habituales.
Fuentes:
- Wells W.A. Curing TB with sunlight. J Cell Biol. 2006 March 27; 172(7): 958.
- Sita-Lumsden A, Lapthorn G, Swaminathan R, Milburn HJ. Reactivation of tuberculosis and vitamin D deficiency: the contribution of diet and exposure to sunlight. Thorax. 2007 Nov; 62(11):1003-7.
Valla que interesante
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