Quien más o quien menos sabe qué es el Rh y el sistema AB0 sanguíneo y conoce la tabla de compatibilidad entre grupos distintos, pero hoy hablaremos sobre qué sucede cuando esa incompatibilidad se da durante un embarazo.
El sistema Rh
Supongamos que una mujer Rh negativo (sin proteínas Rh en la superficie de sus hematíes) queda embarazada y el feto resulta ser Rh positivo por herencia del padre. En principio, si se trata del primer embarazo de un feto Rh positivo, no hay nada que temer.
Cualquier persona Rh negativa no tiene anticuerpos anti-Rh de manera innata, si no que debe haber entrado en contacto con sangre Rh positivo para formarlos, y durante la gestación la sangre del feto no entra en contacto directo con la sangre materna. Esto es posible gracias a la estructura de la placenta, que permite la difusión y el transporte de oxígeno, nutrientes y sustancias de desecho sin necesidad de que la sangre de los dos seres llegue a mezclarse. Para ser puristas, deberíamos decir pueden haber microrroturas placentarias pero la cantidad de anticuerpos que llegan a crearse es insignificante para dañar al feto.
Como podéis ver aquí, los vasos de la madre no se conectan a los del feto.
Durante el parto, la placenta se desgarra y este es el momento en que la sangre sí se mezcla. Algunos hematíes Rh positivos del bebé pasarán al torrente sanguíneo de la madre y en unos meses pueden activar su sistema inmunológico para que cree los anticuerpos necesarios (la concentración máxima de anticuerpos se alcanza a los 2-4 meses -la creación de anticuerpos es un proceso más lenta de lo que la gente suele pensar-).
¿Cuáles son las consecuencias de este proceso?
Si esta mujer vuelve a quedar embaraza y el feto es Rh positivo, esta vez sí posee anticuerpos anti-Rh, que pueden atravesar la placenta y atacar los glóbulos rojos fetales, efecto que es cada vez mayor y más precoz con los sucesivos embarazos. La consecuencia directa de esto se conoce como eritroblastosis fetal; los glóbulos rojos son destruidos provocando una anemia más o menos grave y liberando hemoglobina, que se degrada en la famosa bilirrubina (que da un característica color amarillo a la piel).
¿Se puede evitar esta situación?
Actualmente disponemos de la vacuna RhoGam, un concentrado de anticuerpos anti-Rh, similar a los que produce la madre. El anticuerpo inyectado elimina los eritrocitos fetales que puedan haber pasado a sangre materna antes que su sistema inmunológico sea estimulado y así evita que el cuerpo materno produzca por su cuenta los anticuerpos que podrían ser un problema en futuros embarazos.
¿Qué pasa con el sistema AB0?
Teniendo en cuenta que en el sistema AB0 los anticuerpos anti-A o anti-B (según el grupo sanguíneo que se tenga) ya están formados de manera innata, ¿al primer feto que tenga una incompatibilidad con su madre ya le sucederá lo que hemos comentado con el Rh?
Pues no. Si bien es cierto que la sangre materna ya tiene anticuerpos suficientes como para poner en riesgo la vida del feto, la naturaleza ha sido suficientemente sabia como para evitar que estos pasen la placenta con el sofisticado método de “esto no cabe por aquí”. Los anti-Rh son IgG, el tipo de anticuerpo más pequeño que puede fabricar nuestro cuerpo, mientras que los anti-A o anti-B son de tipo IgM, mucho más grandes, ya que en realidad resultan de las unión de 5 unidades de anticuerpo.
Diferentes tipos de anticuerpos