La mayoría de los niños nacidos por técnicas de reproducción asistida son bebés sanos y sin problemas de salud. Este artículo no pretende ser alarmista para la población general, simplemente hablar sobre un fenómeno que se está observando en la última década, a raíz del aumento de las demandas de este tipo de asistencia. Hasta principios del siglo XXI, nadie se había planteado la simple idea de que las técnicas de reproducción asistida pudieran ser un factor de riesgo para los futuros bebés; pero a medida que su uso ha ido aumentando nos hemos dado cuenta que actualmente hay una gran proporción de población que ha sido "creada" en un laboratorio, en 2009 superaron los 250.000 nacimientos en todo el mundo, y que por lo tanto deberíamos ser más rigurosos frente a la seguridad de estas técnicas.
Inyección espermática intracitoplasmática |
El principal factor de riesgo en un embarazo por técnicas de laboratorio es el riesgo de embarazo múltiple (siete veces mayor que en los embarazos naturales). Albergar más de un feto en el útero implica que esos bebés van a tener más posibilidades de nacer prematuramente y de tener un bajo peso porque tienen menos espacio para desarrollarse, con todos los problemas de salud que pueden venir a partir de aquí. Los embarazos múltiples pueden suceder con cualquiera de estas técnicas, y básicamente se deben a que se da a los padres la posibilidad de implantar entre uno y tres embriones en cada ciclo (más de tres está prohibido por ley en España y en otros muchos países). Cuantos más implantemos, más posibilidades de embarazo, pero también de embarazo múltiple; por lo que la mayoría de parejas optan por dos embriones por ciclo, ya que cada ciclo de fecundación es muy caro.
Pero, a parte de esto que ya sabíamos, cada vez hay más estudios que apuntan a una mayor tasa de alteraciones genéticas en los embriones creados por reproducción asistida. Mientras que el riesgo de defectos genéticos en la población general se encuentra alrededor del 2%, los niños nacidos por FIV los padecen en un 4'5%. Las explicaciones, aún en pañales, son varias.
En primer lugar, en el caso de la ICSI se plantea la idea de que nos estamos cargando la selección natural del espermatozoide en el tracto genital femenino, ya que es el técnico quien escoge un espermatozoide, uno que se mueva bien y rápido y que no tenga malformaciones externas, y lo inyecta en el óvulo.
En 2003 las líneas de investigación fueron más audaces todavía y mediante el estudio con ratones analizó cambios en la expresión de algunos genes de células embrionarios obtenidas por técnicas in vitro; los resultados demostraron que el patrón metilación de los genes era distinta al resto de embriones (el hecho de que las citosinas de la secuencia de DNA tengan un grupo metilo unido hace que ese gen quede silenciado, de modo que hay genes no se expresarían de la misma manera). Y ese mismo año se confirmó el mismo fenómeno en sangre de cordón umbilical y placenta humanas.
Tampoco deberíamos olvidar que las parejas que recurren a estos métodos pueden tener un problema de fertilidad debido en muchos casos a problemas genéticos (en el 50% de los casos de abortos repetidos encontramos alteraciones genéticas), por lo que sería de esperar que su descendencia tuviera más problemas genéticos que la población general.
De todos modos, estas líneas de investigación aún deben ser desarrolladas, ya que no conocemos a ciencia cierta ni las causas ni las consecuencias que estas diferencias puedan tener en un futuro, ni si esto puede afectar a la descendencia de los "niños probeta". Por lo tanto, lo más sensato, a mi parecer, es continuar ofreciendo estos avances a las parejas que lo deseen; nadie puede asegurarles un hijo perfectamente sano, como tampoco se lo podemos asegurar a una pareja que conciben un hijo de manera natural. Pero no desestimar estos datos, que seguramente nos permitirán ir perfeccionando las técnicas con el paso del tiempo.
En 2003 las líneas de investigación fueron más audaces todavía y mediante el estudio con ratones analizó cambios en la expresión de algunos genes de células embrionarios obtenidas por técnicas in vitro; los resultados demostraron que el patrón metilación de los genes era distinta al resto de embriones (el hecho de que las citosinas de la secuencia de DNA tengan un grupo metilo unido hace que ese gen quede silenciado, de modo que hay genes no se expresarían de la misma manera). Y ese mismo año se confirmó el mismo fenómeno en sangre de cordón umbilical y placenta humanas.
Tampoco deberíamos olvidar que las parejas que recurren a estos métodos pueden tener un problema de fertilidad debido en muchos casos a problemas genéticos (en el 50% de los casos de abortos repetidos encontramos alteraciones genéticas), por lo que sería de esperar que su descendencia tuviera más problemas genéticos que la población general.
De todos modos, estas líneas de investigación aún deben ser desarrolladas, ya que no conocemos a ciencia cierta ni las causas ni las consecuencias que estas diferencias puedan tener en un futuro, ni si esto puede afectar a la descendencia de los "niños probeta". Por lo tanto, lo más sensato, a mi parecer, es continuar ofreciendo estos avances a las parejas que lo deseen; nadie puede asegurarles un hijo perfectamente sano, como tampoco se lo podemos asegurar a una pareja que conciben un hijo de manera natural. Pero no desestimar estos datos, que seguramente nos permitirán ir perfeccionando las técnicas con el paso del tiempo.
Fuentes de información
Te felicito por el blog, es muy difícil encontrar información de tanta calidad que contenga estudios científicos.
ResponderEliminarUn saludo!
Te felicito por tu blog, no es fácil encontrar tanta información de calidad.
ResponderEliminarUn saludo.
Es el mejor artículo que he leído sobre este tema , tengo un niño concebido por inseminacion artificial .
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