Las sanguijuelas iniciaron su papel en la medicina de la mano de los egipcios hace unos 2500 años y se vieron encumbradas como uno de los tratamientos básicos para cualquier enfermedad cuando Hipócrates popularizó la teoría de los cuatro humores del cuerpo, según la cual el desequilibrio de la sangre, la flema, la bilis negra y la bilis amarilla era indispensable para mantener el cuerpo sano, ya que estos animales eran la manera más cómoda de realizar una sangría. Sus aplicaciones crecían de manera imparable: jaquecas, gota, fiebre, obesidad, depresión, mal de ojo, ... Y esta práctica se mantuvo hasta bien entrado el siglo XIX, cuando su éxito hizo que se usaran unos tres o cuatro millones de sanguijuelas solamente en los hospitales de Francia; su explotación masiva hizo que las poblaciones de sanguijuelas se redujeran drásticamente y ello unido a los grandes avances médicos del siglo XX hicieron que esta práctica cayera en el olvido.
Pero, como ya sabemos las modas son cíclicas, y en medicina no íbamos a ser menos. Y es que en 2004 la FDA (Food and Drug Administration) aprobó el uso de sanguijuelas para fines terapéuticos, concretamente las de la firma francesa Ricarimpex.
Y con la de avances que tenemos, ¿qué aportan estos animalitos ahora a la medicina?
Básicamente, su uso se centra hoy en día en la cirugía plástica y reconstructiva, sobre todo en la reconstrucción de apéndices amputados (dedos, piernas, e incluso pezones) o la colocación de injertos.
Durante la cirugía reconstructiva es relativamente sencillo para un cirujano suturar las arterias, puesto que tienen una pared lo suficientemente gruesa y fuerte como para aguantar bien los puntos, pero no sucede lo mismo con las finas paredes de las venas, que apenas tienen tejido muscular, y puede ser difícil conseguir que no queden colapsadas. Si la circulación venosa está comprometida, la sangre no retorna con facilidad desde el miembro operado, se pueden formar coágulos y hay un riesgo importante de que esa reconstrucción no tenga éxito.
Para entender correctamente cómo funciona, vamos a analizar detalladamente el mordisco de estos simpáticos animalitos. La Hirudo medicinalis o sanguijuela medicinal europea ha sido la especie más utilizada a lo largo de la historia, y esta fama se la debe principalmente a su boca y a las sustancias farmacológicas que alberga su saliva. Con tres mandíbulas y cien afilados dientes en cada una de ellas; la sanguijuela primero aplica la ventosa que rodea su boca a la piel de la víctima para morderla después. El mordisco apenas se nota porque su saliva contiene un potente anestésico (una buena estrategia para evitar que la presa se dé cuenta y se la desprenda), mientras que la ventosa dilata los vasos sanguíneos de la zona con el fin de poder extraer más sangre. Además, la saliva también contiene hirudina, un polipéptido que inhibe la acción de la trombina (una de las proteínas encargadas de la coagulación sanguínea), de modo que la sanguijuela puede asegurar que mientras esté succionando sangre no se va a formar un coágulo que impida que se nutra adecuadamente. Y toda esta operación se realiza en unos 30 minutos, extrayendo unos 10 mL de sangre por mordisco, aunque la herida puede seguir sangrando durante unas 10 horas a causa de la hirudina.
Volviendo a la cirugía plástica, las sanguijuelas pueden ser de gran ayuda cuando el drenaje venoso falla, ya que con su mordisco reducen la congestión del injerto y la presión de la ventosa puede ayudar a vasodilatar esas venas colapsadas, dando tiempo (unos 4 o 5 días) para que el drenaje venoso del paciente mejore y pueda actuar por su cuenta, además de dar una buena anticoagulación a la zona e impedir la formación local de coágulos. Ambas cosas permiten conservar la irrigación de la zona durante esos primeros días no fracase. De todos modos, si en este tiempo la circulación venosa no se restablece, la viabilidad del injerto será poco probable.
¿Y los efectos secundarios?
Principalmente tenemos el riesgo de que los mordiscos se infecten (como cualquier otra herida), anemia (parámetro que los médicos deben ir controlando) y transmisión de infecciones por vía hematológica, por lo que las sanguijuelas deben ser utilizadas como producto de un solo uso.
Frikidato:
- La bivalirudina, la lepirudina y el resto de anticoagulantes inhibidores de la trombina que utilizamos en la práctica médica habitual están inspirados en la hirudina de las sanguijuelas.
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