Pese a los tabús sociales que implica que una droga recreativa se convierta en un medicamento, la marihuana sigue abriéndose camino dentro del vademécum. De hecho, hay evidencias de su uso terapéutico en Europa desde el siglo XIII, aunque fue en la primera mitad del s.XIX cuando llegó a popularizarse de forma masiva por sus propiedades analgésicas, ansiolíticas o antieméticas (evitar los vómitos). Pero la disponibilidad de fármacos alternativos junto con la presión política y moral hicieron que esta droga fuera apartada de nuestro arsenal farmacéutico hasta hace unos pocos años.
¿Qué contienen estos medicamentos y cómo funcionan?
Existen varios componentes del cannabis que son interesantes farmacológicamente hablando, pero el más importante de lejos es el THC o delta-9-tetrahidrocannabinol, que es el principal responsable de las características psicoactivas de la marihuana. Esta sustancia es muy similar a otras que produce nuestro propio cuerpo, los endocannabinoides, que se unen a receptores distribuidos por todo el organismo, pero muy especialmente por el sistema nervioso central. Por este motivo, los cannabinoides de la marihuana también se pueden unir a ellos y realizar unas funciones similares, solo que al encontrarse en concentraciones más altas que los que produce el cuerpo, los efectos son más intensos. La estimulación de estos receptores, ya sea por cannabinoides propios o de la planta, provoca una inhibición de la actividad neuronal, explicando los efectos psicológicos de esta droga.
Uno de los intereses de la industria al producir estos fármacos era que hicieran el efecto deseado sin provocar intoxicaciones (colocones), ya que por un lado se reducía el riesgo de tráfico ilegal de estos compuestos y por otro lado reducía el debate ético en torno a la marihuana, cosa que si analizamos es un poco absurda, ya que tenemos en el mercado cuantiosos derivados del opio, como la morfina o la metadona, que sí provocan adicciones y bastante fuertes, y nadie se rasga las vestiduras por ello, dado que se entiende y se acepta con normalidad que un paciente pueda necesitarlos para aliviar su dolor. Para conseguir evitar los colocones que provoca el THC podemos combinarlo con otros cannabinoides (como el cannabidiol) que no solo no tienen efectos psicoactivos sino que anulan en gran parte los del THC, sin reducir los efectos terapéuticos. Los consumidores de este tipo de fármacos aseguran que se nota un leve mareo, pero nada que ver con la sensación que causa la maría.
¿Están legalizados en España?
En nuestro país solamente disponemos del Sativex (la planta de la marihuana se llama Cannabis sativa, de ahí el nombre comercial), que es un aerosol que contiene dos compuestos, el THC y el cannabidiol. Su uso principal y para el que está autorizado legalmente en España es la espasticidad en los casos de esclerosis múltiple, mejorando la sintomatología en pacientes que no obtienen resultados con los tratamientos convencionales.
Esto no necesariamente significa que otros pacientes no se puedan beneficiar de él. Para este tipo de caso tenemos el uso compasivo de un medicamento, es decir, el médico puede prescribir ese fármaco para otras indicaciones que no sean las que tiene autorizado ese fármaco legalmente. Para ello se debe contactar con la Agencia Española del Medicamento y pedir permiso para el caso en concreto. La Agencia estudia la petición e intenta dar la solución de una manera más o menos rápida. Si el médico no hace servir este protocolo, se considera que está usando un medicamento que no está permitido para esa indicación y puede incurrir en un delito de mala praxis.
También podemos acceder al uso de fármacos que no están comercializados en nuestro país como medicamento extranjero a través de los servicios de Farmacia Hospitalaria, puesto que al tener que ser importados de otros países y de manera muy limitada son tremendamente caros y no pueden ser asumidos por las farmacias convencionales.
También podemos acceder al uso de fármacos que no están comercializados en nuestro país como medicamento extranjero a través de los servicios de Farmacia Hospitalaria, puesto que al tener que ser importados de otros países y de manera muy limitada son tremendamente caros y no pueden ser asumidos por las farmacias convencionales.
¿El efecto del medicamento es el mismo que el de la marihuana?
Algunos círculos de consumidores consideran que los sustituvos sintéticos son más ineficaces y caros que el cannabis, ya que la planta contiene más de 60 tipos de cannabinoides mientras que el fármaco solo contiene uno o dos. De todos modos, si hablamos de indicación terapéutica, normalmente lo que nos interesa es solamente un síntoma o más a tratar, por lo que indicar el principio activo que mejor se focalice en ese aspecto puede interesarnos más.
Respecto a la consumición de la marihuana, hay dos vías principalmente: oral o fumada. Los cannabinoides son muy liposolubles (se disuelven bien en grasa) y la vía oral es poco adecuada para este tipo de
compuestos (ojo, hablo de marihuana, no de las pastillas, que ya están diseñadas para ser más eficientes por vía oral), porque al introducir una misma cantidad de
cannabinoides dentro del organismo a través de la vía oral se
conseguirán concentraciones diferentes en sangre dependiendo de
factores como lo lleno que esté el estómago lo que se haya comido; los cannabinoides se absorben mejor cuando se administran junto con alimentos ricos en grasas. Pero la vía oral tiene otro problema; estas sustancias pasan del estómago al hígado, donde se transforman en otras sustancias, que en el caso de cannabis son más potentes que las sustancias iniciales. Por este motivo, hay que tener mucho cuidado con el consumo oral de cannabis, especialmente si se es un novato con el tema, ya que las intoxicaciones con pasteles y otras recetas con maría no son raras de ver en los hospitales. Los porros tienen una acción mucho más rápida y la cantidad de sustancias que son transformadas en el hígado es muy inferior, por lo que es más fácil controlar sus efectos, ya que si a los pocos minutos uno se encuentra mal, basta con dejar de fumar.
También hay que recordar que uno de los principales problemas de usar marihuana como tratamiento en lugar de los medicamentos comercializados es que no podemos estar seguros de qué cantidad de cannabinoides tiene la planta y en qué proporción los tiene, puesto que varía mucho según la variedad de la planta, la cantidad de agua recibida y otros aspectos, de modo que asegurar su capacidad terapéutica es difícil.
Fuentes:
Fuentes:
- Arana X, Markez I. "Cannabis: salud, legislación y políticas de intervención". Ed. Dykinson. 2006.
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