Los ojos son una de las partes del cuerpo que más nos atraen cuando observamos a alguien y en el cine lo saben, hay muchas actrices, y algún que otro actor, que han destacado no solo por su interpretación, sino también por sus ojos (a veces, a expensas de una alteración ocular).
Elizabeth Taylor
Los ojos de Liz Taylor fueron en su momento dignos de la mismísima reina Cleopatra. Todo el mundo la recuerda por sus ojos violetas, aunque buscando fotos de archivo, a mí se me antojan de color azul oscuro, con un toque violáceo según la iluminación y el maquillaje usado.
Los ojos violetas pueden existir, aunque son una condición que generalmente solo se observa entre albinos. Mucha gente piensa que los albinos tienen el iris rojo, cuando en realidad lo que sucede es que el pigmento del iris es escaso y por lo tanto casi traslucido, y en ciertas condiciones de iluminación se observa una coloración rojiza proveniente de la retina, que se refleja a través del iris; algo parecido al efecto de los ojos rojos en las fotografías con flash. Los albinos pueden tener algo de pigmentos que les de un cierto tono a los ojos, si se trata de ojos azules, y con la suma del reflejo de la retina, podemos obtener ese color violáceo del que hablamos.
Pero la genética sí le dio a Elizabeth algo que hiciera a sus ojos únicos. La actriz tenía una mutación en el gen FOXC2 (cromosoma 16) que le permitió presumir de una doble línea de pestañas, cuando la mayoría de personas solo tenemos una. La distiquiasis, pues así es como se llama esta condición, no siempre es algo glamuroso. Si esa segunda línea de pestañas está mal implantada (por ejemplo, demasiado bajas) puede causar roces contra la córnea y provocar úlceras, llevando incluso a la ceguera. En un 7% de los casos, esta mutación se acompaña de problemas cardíacos y quizás también fuera el caso de Taylor, que arrastró un historial de intervenciones valvulares cardíacas, motivo por el que falleció en marzo de 2011.
Bette Davis
Pasemos a otros ojos muy conocidos entre los cinéfilos. Unos ojos grandes y saltones (exoftalmos), que apenas pueden ser cerrados por los párpados y le dieron a la actriz una mirada tan peculiar son el caso típico de la enfermedad de Graves.
La enfermedad de Graves-Basedow es un tipo de hipertiroidismo autoinmune, en que se crean anticuerpos que afectan a los receptores de células tiroideas estimulándolos y haciendo que la concentración de las hormonas tiroideas en sangre aumente. Estos anticuerpos también se pueden fijar a otros zonas del cuerpo, como la grasa que rodea los globos oculares. No se trata de que esta grasa tenga receptores tiroideos, sino que hay proteínas que tienen una estructura muy similar a la de los receptores y por reacción cruzada los anticuerpos también se unen a ellos. Por este motivo, la grasa periocular se inflama y da lugar a esos ojos saltones.
La enfermedad de Graves-Basedow es un tipo de hipertiroidismo autoinmune, en que se crean anticuerpos que afectan a los receptores de células tiroideas estimulándolos y haciendo que la concentración de las hormonas tiroideas en sangre aumente. Estos anticuerpos también se pueden fijar a otros zonas del cuerpo, como la grasa que rodea los globos oculares. No se trata de que esta grasa tenga receptores tiroideos, sino que hay proteínas que tienen una estructura muy similar a la de los receptores y por reacción cruzada los anticuerpos también se unen a ellos. Por este motivo, la grasa periocular se inflama y da lugar a esos ojos saltones.
Los de Bette Davis quizás no serán tan bonitos como los de Liz, pero hasta les han dedicado una canción.
Otro caso más exagerado de oftalmopatía de Graves es el de Marty Feldman, cuyo papel más importante fue el de Igor, en "El jovencito Frankenstein". Ojos que le sirvieron para labrarse un lugar en el cine cómico.
"El jovencito Frankenstein" (1974) |
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