24 sept 2013

¿Qué fue de la vacuna de la tuberculosis?

La vacunación sistemática de la tuberculosis estuvo incluida en el calendario vacunal de toda España hasta 1980 (1974 en Cataluña), manteniéndose solo en el País Vasco hasta este 2012. En aquellos momentos era lógico dado el declive de la enfermedad, pero si las cifras de la infección llevan elevándose durante la última década. En España la infección es más frecuente que en países con similar nivel de desarrollo, con casi 40 nuevos enfermos por 100.000 habitantes/año cuando la media en los países desarrollados es cuatro veces menor. Así que, ¿por qué no la reincorporamos?

La vacuna de la tuberculosis es conocida como BCG (Bacillus Calmette-Guérin, por su descubridor) ya que lo que se inyecta es una variante atenuada, que ha perdido su poder de infectar pero aún estimula el sistema inmunológico, de Mycobacterium bovis (que es una bacteria de la misma familia que la que causa la tuberculosis en humanos). Esta vacuna se aplica en dosis única en los recién nacidos o hasta el año de vida generalmente. Y se aplica por vía intradérmica, al igual que la vacuna de la viruela, por lo que deja una cicatriz característica.

El rango de eficacia de la vacuna oscila entre el 0% y el 80%, dependiendo de los países donde se realiza el estudio (mayor eficacia cuanto más cerca del ecuador). Si desglosamos según la patología a evitar, la tasa de protección frente a la tuberculosis pulmonar va del 2% al 60%, en cambio para la meningitis tuberculosa y la forma miliar (la tuberculosis diseminada por todo el cuerpo) la tasa mejora al 52-100%. Son cifras bastante sorprendentes y parece que hay varias razones para estos resultados.

Muy probablemente la principal causa sean las diferentes mutaciones que posee el bacilo de la tuberculosis en cada área geográfica, así como la exposición aumentada a los rayos UVB en las zonas cercanas al ecuador que potencian la protección frente a la bacteria. Además, como ya hemos visto, es una vacuna que evita mucho mejor los casos graves, cuando el bacilo se disemina más allá de los pulmones. En los países desarrollados, la mayoría de casos de tuberculosis corresponden a tuberculosis pulmonar con posibilidad de tratamiento, por lo que apenas vemos casos de tuberculosis complicada.

Por estos motivos, la OMS solo recomienda la vacunación en países con altas tasas de infección, en este caso con tasas de riesgo de infección de un 1% al año de vida, donde los niños se infectan de manera precoz.

Entonces, ¿ya no usamos la BCG en los países desarrollados?

Pues en realidad, sí. La vacuna de la BCG se emplea como tratamiento inmunoterápico contra el cáncer, principalmente en el cáncer de vejiga en estadios precoces. No tiene un efecto antitumoral directo, pero activa el sistema inmunológico para que ataque a las células tumorales que puedan quedar tras una cirugía. De esta manera se consigue un menor número de recidivas del cáncer tras la cirugía.

7 sept 2013

Mezclar antibióticos con alcohol

Que levante la mano quien no haya escuchado de fiesta que alguien no puede tomarse una copa porque está con antibióticos. Los médicos y los farmacéuticos también damos el mismo consejo (queda poco profesional animar a la gente al consumo de alcohol). Pero si revisamos los prospectos de los antibióticos, en pocos encontraremos esta advertencia.

Al parecer, esta recomendación apareció en los años 50, cuando la penicilina se convirtió en el tratamiento estrella para tratar la sífilis, la gonorrea y otras enfermedades de transmisión sexual. La indicación parecía ir más bien dirigida a evitar deslices producto del alcohol hasta que la infección hubiera remitido en el sujeto y evitar que la infección se expandiera.

El consejo sigue siendo válido para un pequeño grupo de antibióticos, fundamentalmente cotrimoxazol, metronidazol y tinidazol. En un metabolismo normal, el alcohol se metaboliza en el hígado por la enzima alcohol deshidrogenasa, la cual lo transforma en acetaldehído, el cual es procesado por la acetaldehído deshidrogenasa para dar ácido acético. Estos fármacos bloquean la enzima acetaldehído deshidrogenasa, de modo que se acumula acetaldehído, que es bastante tóxico. El acetaldehido genera malestar general, cefalea, ruborización, mareos, vómitos, taquicardia y sensación de ahogo.


Este fenómeno recibe el nombre de efecto Disulfiram. El disulfiram (conocido bajo la marca Antabus) es un fármaco creado específicamente para inhibir el metabolismo del alcohol y crear acetaldehido con el fin de impedir el consumo en personas alcohólicas (podría decirse que se trata de un método aversivo). Este efecto se produce con cualquier bebida alcohólica y con cantidades muy pequeñas, así que en estos casos lo recomendable es abstinencia absoluta hasta 14 días después de la última toma, ya que los efectos son bastante persistentes.

Los antibióticos que causan el efecto Disulfiram tienen usos muy específicos y no se recetan con frecuencia, por lo que la mayoría de gente que consume antibióticos puede tomar una copa con tranquilidad, pero con moderación, puesto que si se está pasando una infección que requiere el uso de antibióticos, quizás no sea una buena idea pillar una buena borrachera. El alcohol es vasodilatador y, por lo tanto, reduce la temperatura, por lo que podemos estar impidiendo que la fiebre cumpla su función.

1 sept 2013

Lenguas que se enrollan

No sé si se habrán actualizado los libros de biología, pero recuerdo que durante muchos años cuando se nos explicaba la herencia mendeliana, un ejemplo típico de herencia autosómica dominante era la capacidad de enrollar la lengua. Esta idea la desarrolló Alfred Sturtevant, quien describió que la capacidad para hacer la U con la lengua era dependiente de un alelo dominante, mientras que los poseedores de dos alelos recesivos no podían hacerlo.

La proporción de población capaz de enrollar la lengua se encuentra entre un 68% y un 81%, y es superior en el caso de las mujeres. Si comparamos por grupos de edad es curioso observar como los niños pequeños no suelen ser capaces de hacerlo las primeras veces que se les indica cómo, pero que lo aprenden con los años. A los 6-7 años solo el 56% de los niños tienen esta capacidad, cifra que mejora al 70% a los 12 años. Esta es la primera pista para deducir que probablemente no se trate de un rasgo genético simple.

Si contemplamos los estudios familiares de herencia de este rasgo, veremos que los padres que pueden enrollar la lengua (R) tienen más tendencia a que su descendencia también pueda, aunque la correlación no es tan perfecta como debería serlo en caso de un rasgo de herencia dominante. Y lo más claro es que en el caso de dos padres que no tengan esta habilidad, un  34% de su descendencia sí sabe.

Padres   Hijos R     Hijos r  % R
R x R      928         104     90%
R x r      468         217     68%
r  x r        48           92     34%

El hecho más significativo es la diferencia que se ha encontrado en los gemelos. No todos los pares de gemelos monocigóticos (misma dotación genética) tienen la capacidad de enrollar sus lenguas. Si esta característica fuera absolutamente hereditaria, ambos hermanos deberían siempre tenerla; no obstante, la realidad prueba lo contrario.
 
No hay dudas que tras estas diferencias fenotípicas debe haber determinado funcionamiento genético, muy probablemente haya más de un gen actuando simultáneamente. Si bien las influencias medioambientales también deben desempeñar un rol en la adquisición de esta habilidad, aunque tampoco es fácil imaginar cómo el ambiente familiar es capaz de influir sobre esta habilidad.

Fuentes:
  • Sturtevant, A. H. A new inherited character in man. Proceedings of the National Academy of Sciences USA. 1940. 26: 100-102.
  • Martin, N. G.  No evidence for a genetic basis of tongue rolling or hand clasping. Journal of Heredity. 1975. 66: 179-180.