La vacunación sistemática de la tuberculosis estuvo incluida en el calendario vacunal de toda España hasta 1980 (1974 en Cataluña),
manteniéndose solo en el País Vasco hasta este 2012. En aquellos momentos era lógico dado el declive de la enfermedad, pero si las cifras de la infección llevan elevándose durante la última década. En España la infección es más frecuente que en países
con similar nivel de desarrollo, con casi 40 nuevos enfermos por 100.000
habitantes/año cuando la media en los países desarrollados es cuatro
veces menor. Así que, ¿por qué no la reincorporamos?
La vacuna de la tuberculosis es conocida como BCG (Bacillus Calmette-Guérin, por su descubridor) ya que lo que se inyecta es una variante atenuada, que ha perdido su poder de infectar pero aún estimula el sistema inmunológico, de Mycobacterium bovis (que es una bacteria de la misma familia que la que causa la tuberculosis en humanos). Esta vacuna se aplica en dosis única en los recién nacidos o hasta el año de vida generalmente. Y se aplica por vía intradérmica, al igual que la vacuna de la viruela, por lo que deja una cicatriz característica.
El rango de eficacia de la vacuna oscila entre el 0% y el 80%, dependiendo de los países donde se realiza el estudio (mayor eficacia cuanto más cerca del ecuador). Si desglosamos según la patología a evitar, la tasa de protección frente
a la tuberculosis pulmonar va del 2% al 60%, en cambio para la
meningitis tuberculosa y la forma miliar (la tuberculosis diseminada por
todo el cuerpo) la tasa mejora al 52-100%. Son cifras bastante sorprendentes y parece que hay varias razones para estos resultados.
Muy probablemente la principal causa sean las diferentes mutaciones que posee el bacilo de la tuberculosis en cada área geográfica, así como la exposición aumentada a los rayos UVB en las zonas cercanas al ecuador que potencian la protección frente a la bacteria. Además, como ya hemos visto, es una vacuna que evita mucho mejor los casos graves, cuando el bacilo se disemina más allá de los pulmones. En los países desarrollados, la mayoría de casos de tuberculosis corresponden a tuberculosis pulmonar con posibilidad de tratamiento, por lo que apenas vemos casos de tuberculosis complicada.
Muy probablemente la principal causa sean las diferentes mutaciones que posee el bacilo de la tuberculosis en cada área geográfica, así como la exposición aumentada a los rayos UVB en las zonas cercanas al ecuador que potencian la protección frente a la bacteria. Además, como ya hemos visto, es una vacuna que evita mucho mejor los casos graves, cuando el bacilo se disemina más allá de los pulmones. En los países desarrollados, la mayoría de casos de tuberculosis corresponden a tuberculosis pulmonar con posibilidad de tratamiento, por lo que apenas vemos casos de tuberculosis complicada.
Por estos motivos, la OMS solo recomienda la vacunación en países con altas tasas de infección, en este caso con tasas de riesgo de infección de un 1% al año de vida, donde los niños se infectan de manera precoz.
Entonces, ¿ya no usamos la BCG en los países desarrollados?
Pues en realidad, sí. La vacuna de la BCG se emplea como tratamiento
inmunoterápico contra el cáncer, principalmente en el cáncer de vejiga en estadios precoces. No tiene un efecto antitumoral directo, pero activa el sistema inmunológico para que ataque a las células tumorales que puedan quedar tras una cirugía. De esta manera se consigue un menor número de recidivas del cáncer tras la cirugía.
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