Que levante la mano quien no haya escuchado de fiesta que alguien no puede tomarse una copa porque está con antibióticos. Los médicos y los farmacéuticos también damos el mismo consejo (queda poco profesional animar a la gente al consumo de alcohol). Pero si revisamos los prospectos de los antibióticos, en pocos encontraremos esta advertencia.
Al parecer, esta recomendación apareció en los años 50, cuando la penicilina se convirtió en el tratamiento estrella para tratar la sífilis, la gonorrea y otras enfermedades de transmisión sexual. La indicación parecía ir más bien dirigida a evitar deslices producto del alcohol hasta que la infección hubiera remitido en el sujeto y evitar que la infección se expandiera.
El consejo sigue siendo válido para un pequeño grupo de antibióticos, fundamentalmente cotrimoxazol, metronidazol y tinidazol. En un metabolismo normal, el alcohol se metaboliza en el hígado por la enzima alcohol deshidrogenasa, la cual lo transforma en acetaldehído, el cual es procesado por la acetaldehído deshidrogenasa para dar ácido acético. Estos fármacos bloquean la enzima acetaldehído deshidrogenasa, de modo que se acumula acetaldehído, que es bastante tóxico. El acetaldehido genera malestar general, cefalea, ruborización, mareos, vómitos, taquicardia y sensación de ahogo.
Este fenómeno recibe el nombre de efecto Disulfiram. El disulfiram (conocido bajo la marca Antabus) es un fármaco creado específicamente para inhibir el metabolismo del alcohol y crear acetaldehido con el fin de impedir el consumo en personas alcohólicas (podría decirse que se trata de un método aversivo). Este efecto se produce con cualquier bebida alcohólica y con cantidades muy pequeñas, así que en estos casos lo recomendable es abstinencia absoluta hasta 14 días después de la última toma, ya que los efectos son bastante persistentes.
Los antibióticos que causan el efecto Disulfiram tienen usos muy específicos y no se recetan con frecuencia, por lo que la mayoría de gente que consume antibióticos puede tomar una copa con tranquilidad, pero con moderación, puesto que si se está pasando una infección que requiere el uso de antibióticos, quizás no sea una buena idea pillar una buena borrachera. El alcohol es vasodilatador y, por lo tanto, reduce la temperatura, por lo que podemos estar impidiendo que la fiebre cumpla su función.
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