Toda mujer embarazada empieza a experimentar contracciones algunas semanas antes de dar a luz y son un motivo frecuente de consulta, ya que no siempre es fácil distinguir si se está de parto o simplemente es una falsa alarma. Más allá de las molestias que puedan suponer, estas contracciones también tienen sus funciones dentro de un embarazo sano.
Pensemos que el útero es un órgano que se contrae durante todo el periodo reproductivo de una mujer, y no solamente durante el embarazo. Al inicio de la gestación, las contracciones son esporádicas y afectan a una porción pequeña del útero, por lo que pasan desapercibidas. A lo largo del embarazo, ese útero va a ver aumentadas sus células musculares, tanto en número (hiperplasia) como en grosor (hipertrofia), ya que cada célula muscular va a alcanzar un volumen 100 veces mayor al que tenía en su estado inicial, dando lugar a contracciones más potentes y generalizadas que sí van a notarse.
Las contracciones de Braxton-Hicks, pues estas contracciones tienen nombre propio, aparecen durante el tercer trimestre, y en casos raros incluso durante el segundo. Por un lado, estas contracciones pueden ayudar al correcto posicionamiento del feto de cara al parto, puesto que la presión sobre la cabeza del feto hace que este se flexione sobre sí mismo por acto reflejo. Pero lo más importante es lo que las contracciones suponen para la arquitectura del útero, ya que forman una estructura llamado segmento inferior uterino, que no existe al principio del embarazo. El segmento inferior es la zona que se sitúa justo por encima del cuello del útero y que posee pocas fibras musculares que además no reaccionan a los estímulos hormonales del parto, a diferencia del resto del útero, por lo que no puede contraerse. Las contracciones de Braxton-Hicks redistribuyen las fibras musculares, haciendo que estas se acumulen sobre todo en el fondo del útero y dejan la parte más baja formada sobre todo por tejido elástico. Gracias a esta modificación, durante las contracciones propias del parto, el fondo del útero se contrae con gran potencia mientras que la parte inferior permanece quieta y el feto puede ser expulsado hacia abajo sin grandes complicaciones.
Entender estos cambios ha sido muy importante a la hora de practicar cesáreas modernas. La incisión que se realiza actualmente en una cesárea se sitúa en el segmento inferior y es transversal, a diferencia de la incisión vertical en el cuerpo del útero que se realizaba antes. Este cambio de tendencias favorece cesáreas mucho menos agresivo, ya que el segmento inferior es más delgado, está mucho menos vascularizado y, al ser tejido fibroso, cicatriza mucho mejor.
¿Hay alguna manera de diferenciar las contracciones de parto y las de Braxton-Hicks?
Las contracciones de Braxton-Hicks se describen como irregulares e incómodas pero no dolorosas (aunque hay mujeres a las que sí les duelen, ya sabéis que la percepción del dolor varía mucho entre personas), no son rítmicas y no aumentan ni en intensidad ni en frecuencia a medida que pasa el tiempo, ya que suelen desaparecer en unos minutos, a diferencia de las contracciones de parto.
De todos modos, estas directrices solo son una orientación y no siempre se cumplen; así que ante la sospecha de un parto lo mejor será acudir a urgencias.
De todos modos, estas directrices solo son una orientación y no siempre se cumplen; así que ante la sospecha de un parto lo mejor será acudir a urgencias.
Fuentes:
- Kofinas AD, Simon NV, Clay D, King K. Functional asymmetry of the human myometrium documented by color and pulsed-wave Doppler ultrasonographic evaluation of uterine arcuate arteries during Braxton Hicks contractions. Am J Obstet Gynecol. 1993 Jan;168(1 Pt 1):184-8.
- Cabero L, Saldívar D, Cabrillo E. Obstetricia y medicina materno-fetal. Ed. Médica Panamericana. 2007. Madrid.
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