En pleno invierno no puede faltar en cualquier blog de medicina un post sobre mocos, resfriados o similares, y como el tema de la gripe ya empieza a estar un poco resobado, pues hablaremos hoy de narices. Narices de bebés, narices con mocos y narices de cuento.
¿Es cierto que los bebés solo saben respirar por la nariz?
Sí, los bebés no tienen la capacidad de respirar correctamente por la boca debido a la anatomía propia de su edad. Tienen una boca muy pequeña ocupada casi por completo por una lengua que comparativamente es muy grande, de manera que poco espacio les queda para nada más y la lengua suele ocluir gran parte de las vías aéreas dentro de la cavidad bucal. Además, la laringe de los bebés tiene una posición muy alta, respecto a la de los adultos, con lo que su epiglotis (el cartílago que abre y cierra la laringe para evitar que los alimentos se cuelen por la vía respiratoria) se puede superponer al paladar blando durante la deglución, permitiendo que el niño respire y trague a la vez sin ningún peligro.
Cuando los bebés se resfrían lo pasan francamente mal, la boca es la única alternativa. Para optimizar ese espacio bucal tan pequeño recurren al llanto continuado; esta técnica les permite ampliar la cavidad y, lo que es más importante, llorar hace que generen la suficiente presión para que el aire entre en un espacio tan reducido.
No es hasta los seis meses de edad cuando los niños pueden empezar a usar la boca como alternativa para respirar de manera normal, ya que los músculos de la lengua, la cara y el paladar se desarrollan en las proporciones adecuadas y la epiglotis se desplaza hacia abajo para separarse del paladar blando. Esta modificación de la posición de la epiglotis y la laringe aumenta el riesgo de que los alimentos se introduzcan en la vía respiratoria accidentalmente, pero también es la responsable de la formación de las vocales y en parte de que podamos hablar.
Aquí os dejo un vídeo de Youtube sobre los cambios en el aparato fonatorio y bucal que permite entender mejor lo descrito arriba.
¿Por qué cuando estoy resfriado primero me noto un orificio nasal más obstruido y luego el otro?
Este hecho curioso no hace más que poner de relevancia algo de lo que no somos conscientes cuando no estamos resfriados: las fosas nasales se alternan en ciclos respiratorios. El flujo de aire que pasa por ambas fosas es asimétrico y alternante, siguiendo cambios de congestión de la mucosa (a mayor descongestión, más flujo aéreo por esa fosa) que se alternan espontáneamente varias veces al día. Estos cambios de resistencia son recíprocos e inversos, de modo que el flujo total de aire no cambia y nosotros no notamos nada. La cosa cambia cuando nos resfriamos, ya que el ciclo no cambia y notamos que los mocos nos molestan en la fosa que permite pasar más aire.
¡Cuidado con los descongestionantes que se venden en las farmacias! Alteran el ciclo normal de vasoconstricción y vasodilatación de la mucosa nasal y si se abusa de ellos se puede notar un efecto rebote de mayor congestión nasal que hace que la gente los use de manera recurrente, pudiendo llagar a una verdadera adicción.
¿Qué es el efecto Pinocho?
Cuando mentimos no nos crece la nariz, pero el aumento de adrenalina y noradrenalina desencadenado por la mentira aumenta el flujo sanguíneo hacia la cara, por lo que se inflama la mucosa nasal, que produce una molesta sensación y la poco reprimible necesidad de rascarnos. Este es el motivo por el que se opina que una persona que se toca repetidamente la nariz en un momento determinado puede estar mintiendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario