Extracción de la piedra de la locura (Jan Sanders van Hemessen) |
La locura es un tema que
ha dado mucho de sí en las artes, incluso llegándose a retratar su
tratamiento estrella en la Edad Media, la extracción de la piedra de
la locura. En realidad, cuando se hablaba de locura, se referían a
un concepto mucho más amplio, que incluía la estupidez, la malicia,
la depresión, la demencia o la epilepsia. En la Edad Media, los
enfermos mentales eran considerados pecadores castigados por la ira
divina o poseídos por el demonio y tenían prohibida la entrada en
los hospitales (que entonces eran más bien unas casas de
beneficencia gobernadas por religiosos). Su única manera de
sobrevivir era su exhibición en las ferias si eran de origen humilde
y mediante la cirugía si eran de familia pudiente.
Según el saber popular,
estas afecciones eran causadas por una obstrucción cerebral por
acúmulo de piedras en la cabeza del paciente, algo parecido a los
cálculos renales que ya se operaban desde la Antigua Grecia, y los
curanderos ambulantes encontraron en este mito un negocio redondo. La
operación era bastante sencilla, pues en realidad solamente se hacia
una pequeña incisión en la frente del paciente y generalmente no
llegaban a perforar el cráneo. En un momento dado de la cirugía, el
curandero escabullía una pequeña piedra dentro de la herida
haciendo creer a los presentes que la había sacado del cráneo del
enfermo. La piedra que se extraía acababa en la colección
particular del curandero, que era exhibida como muestra de su
profesionalidad.
Esto no significa que no
se realizaran trepanaciones (apertura del cráneo para manipular el
cerebro) en la Edad Media. Las trepanaciones ya se practicaban en la
prehistoria a modo de ritos supersticiosos seguramente, y en el
medievo era una práctica recomendada por los barberos cirujanos para
aliviar la melancolía o tratar la epilepsia.
El Bosco, el primer
anti-magufo de la historia
Extracción de la piedra de la locura (El Bosco) |
Quizás
no fuera el primero, pero solo hace falta echar un vistazo a esta
obra suya para darse cuenta de lo que pensaba sobre esta extendida
práctica.
El
curandero aparece con un embudo en la cabeza (símbolo de la
estupidez) en lugar del gorro que solían llevar los barberos (como
en el caso del lienzo de ). Con este gesto parecía decir que los
verdaderamente locos o necios eran quienes pretendían curar a los
“locos”. A la pobre víctima, sentada mientras se le interviene,
le sale un tulipán de la herida, en lugar de la esperada piedra, y
su bolsa de dinero, colgada en el cinto, está atravesada por un
puñal (la estafa). No podían pasar desapercibidos el fraile y la
monja que contemplan la operación, él con un cántaro de vino en la
mano y ella con un libro cerrado encima de la cabeza, con los que El
Bosco, seguidor de la corrientes prerreformistas de Flandes, denuncia
algunos de los pecados del clero: la opulencia, la superstición y la
ignorancia.
También
llama la atención el formato circular del lienzo, como si fuera un
espejo, un recurso muy usado en aquella época para dar la impresión
que lo que se representa no es más que un reflejo de realidad. Y
todo el conjunto se encuentra enmarcado por la leyenda Meester
snyt die Keye ras, myne name is Lubbert Das (Maestro,
extráigame la piedra, mi nombre es Lubber Das). Lubber Das era un
personaje de la literatura popular holandesa que representa a la
estupidez (algo así como sería en España decir “es más tonto
que Abundio”).
Otras maneras de ver
la locura
Por
desgracia, los “locos” no solo fueron maltratados en la época
medieval. Los babilonios cortaban el problema de raíz, recomendando
la hoguera o enterrarlos vivos. Por otro lado, los musulmanes
consideraban la locura como una gracia divina y los locos eran
tratados como los “Santos de Dios”, por lo que se les
construyeron templos especiales; aunque esta la única excepción en
este sentido.
Con
la llegada del Renacimiento, se acabaron los exorcismos y las
cirugías. Se optó por erradicar a los locos, sacándolos de los
espacios públicos, dejándolos abandonados en campo abierto o a su
suerte en un barco sin timón. Y no fue hasta 1552 cuando se
construyó el primer manicomio en Occidente (en Valencia).
Menuda salvajada... había oído hablar del tema de la piedra, pero hasta ahora no había sabido gran cosa del tema.
ResponderEliminarBuen post, por cierto.
Genial!! Gran post!
ResponderEliminarPilar.